Quien esto lea puede encontrar fácilmente en la web copiosa información sobre el Gaudeamus igitur. Que se trata de un himno universitario prácticamente universal, y perdón por la redundancia. Que su origen próximo en letra y música parece encontrarse en el siglo ¿XVIII? de Alemania, en cuyas universidades empezaron a cantarlo los estudiantes (varones, claro, porque otra posibilidad no había), con origen remoto de la letra en el ¿siglo XIII? Que su texto, en latín más o menos macarrónico, no es un canto al saber, sino dos cosas entremezcladas: una especie de carpe diem, un poema bellísimo pero jocoso a una vida que pasa enseguida y que hay que disfrutar con alegría mientras se es joven, incluyendo en el disfrute, parece entenderse, a las mujeres hermosas y fáciles y también a las otras, las buenas y trabajadoras -los estudiantes que cantaban esto, claro, varones jóvenes, ya se ha dicho, en esto y en otros cuantos puntos no podrian considerarse hoy políticamente correctos- y además un canto a ese mundo común que es la Universidad, en la que conviven y se van sucediendo las generaciones.
En un acto académico solemne resulta difícil escucharlo sin sentir un escalofrío al percibir eso: el peso de las generaciones que se suceden en el saber. Incluso siendo consciente de que lo que se canta con tono solemne y con rostros y en entornos muy serios resulta ser una canción con texto escasamente serio o solemne, que empezaron a cantar estudiantes vaya usted a saber si gamberros en contextos más bien poco académicos.
Sí, se oye con un escalofrío; el mismo escalofrío que se siente al intentar buscar una versión buena en internet y encontrar en Youtube innumerables versiones.
De acompañamientos, cuando hay, casi de todo: piano, orquesta, órgano. En cuanto al ritmo y al volumen, también. Pero sobre todo, y a eso voy, lo que se escucha es la misma canción cantada por personas -ahora sí muchas veces hombres y mujeres, juntos- del mundo universitario en todo el mundo, personas que tienen como lenguas maternas las más variadas, lo que propicia los más variados acentos cuando se canta en una misma lengua muerta. La «g» de «igitur» fuerte o débil, los más variopintos sonidos para las eses y las erres, las vocales más o menos abiertas al azar. Una verdadera delicia.
Sí, una delicia, sin ironía. La variedad de acentos al cantar en un idioma muerto, en voces juveniles y adultas, de hombres y mujeres, unidas en la diversidad, no puede por menos que sugerir la unidad en la diversidad. La unidad en la busqueda de una vida feliz sin hacer daño a nadie y de un saber pleno. Maravilloso y conmovedor.
En sí mismo y también en contraste con otros símbolos.
En la Ciudad Universitaria de Madrid está situado un grupo escultórico de la escultora norteamericana Ana Huttington llamado «Los portadores de la antorcha«, de 1954. Información, en este enlace.

Foto obtenida en Web Campus Husso Digital http://open.ieec.uned.es/HussoDigital/?page_id=187
Representa a un hombre joven que, a caballo, recoge una antorcha de la mano de un hombre de más edad, exhausto o medio muerto, tirado en el suelo. Con reminiscencias, parece, del fuego sagrado del mito de Prometeo y esas cosas, suele considerarse como un emblema de la transmisión del saber, y así lo venía considerando yo misma, sin darle muchas vueltas, como algo consabido.
Pero, como me dijo sensatamente un amigo, con un punto de vista distinto, mejor sería que el joven se bajara del caballo y ayudara al otro pobrecillo dándole siquiera un vaso de agua y un bocadillo, en vez de dejarlo tirado.
Y sí, me parece que lleva razón. Una imagen de la transmisión del conocimiento que olvida a las personas, como si el saber fuera algo superior a las propias personas y por el que se debe prescindir de éstas cuando ya han cumplido su labor, o, peor, su funcion como meros instrumentos, no es algo que -para gustos se han hecho los colores- personalmente pueda compartir. ¿El beneficio colectivo a costa del individual? Noooo. Porque la descripción del grupo escultórico podría ser otra: un hombre necesitado de ayuda es abandonado por otro más joven y fuerte, que tiene otra cosa más importante que hacer que ayudar a un hombre necesitado de ayuda. ¿Por qué esa descripción habitual del grupo escultórico que empieza describiendo al joven, en vez de al caído, o que olvida que este queda solo? Wikipedia: «La estatua muestra a un joven a lomos de un caballo recogiendo una antorcha de manos de un débil anciano que yace en el suelo. Representa la transmisión del conocimiento entre generaciones«. No.
Mucho mejor ese otro símbolo universitario, el del Gaudeamus igitur: todos juntos, adelante, generaciones unidas y alegría de vivir, aunque vayamos a morir. Gaudeamus igitur. Alegrémonos pues.
Y alégrese quien esto lea buscando en Youtube versiones. Lo que me he reído con alguna versiones.
Y para que se vaya riendo, el texto del Gaudeamus igitur, con la traducción -discutible- en versión -discutible- de Wikipedia. Porque esto o algo parecido, sexo y diablo incluidos, se canta, aunque más o menos expurgado o abreviado o variado, en los actos más solemnes en las universidades. No solo resulta conmovedor; es que tiene su gracia.
Latín | Español |
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Y por incluir una versión cantada en España, el Gaudeamus igitur por el coro de la Universidad Politécnica de Madrid, en enlace que incluye un texto más breve con traducción diferente. Y cantada con un acento que sorprendería a estudiantes alemanes, pero da igual que les pueda sorprender. Mejor dicho, no da igual; es mejor.
Verónica del Carpio Fiestas