Un delito tristísimo en 1926

«Un Teniente de Intendencia muerto a tiros por un ex Oficial del mismo Cuerpo«.  Este es el titular del diario ABC de 26 de diciembre de 1926» de una noticia que empieza así:

«En la calle de la Montera se desarrolló ayer tarde un sangriento suceso de quien fue víctima el teniente de la escala activa del Cuerpo de Intendencia D. José Conde Centeno, que fue muerto a tiros por un ex oficial que perteneció al mismo regimiento hasta hace poco menos de un un año en que, obligado por la oficialidad de aquel, pidió y obtuvo la separación del Cuerpo.
Para relatar de forma ordenada lo sucedido expondremos los antecedentes que dieron origen al drama.
Hace un año aproximadamente, como decimos, y poco después de su regreso de Marruecos, donde hizo larga campaña, el teniente D. José Conde fue a vivir a una casa de huéspedes de la calle de la Magdalena. Allí se hallaba alojado otro teniente de Intendencia, perteneciente a la escala de reserva, llamado Juan Díaz Mayordomo. El trato corriente y usual que corresponde entre compañeros duró poco, porque hasta el teniente Conde llegaron noticias sobre la conducta de su compañero de hospedaje, noticias que se vio obligado a poner en conocimiento de sus jefes y de la oficialidad. Poco después el teniente Díaz Mayordomo solicitó y obtuvo la separación del Cuerpo.
No llegó a formarse Tribunal de honor porque Díaz Mayordomo, que no se justificó de los bochornosos cargos que se le hicieron, aceptó la propuesta de sus compañeros de regimiento. En el procedimiento privado que se siguió se consignaron manifestaciones de asistentes, de la patrona de la casa de huéspedes y de otras personas.«

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En el año 1926, según reflejan las crónicas periodísticas de la época, un hombre fue muerto a tiros en Madrid, en pleno centro de la ciudad, en la calle Montera. La víctima, José,  era militar en activo. El homicida, Juan, era militar en la reserva. La víctima, de 24 años, se había casado hacía poco y su mujer estaba embarazada. El homicida, de 37 años, no trabajaba desde que, tiempo atrás, pidió pasó la baja del Ejército como consecuencia de que se le iba a abrir un Tribunal de honor. Ninguna duda había sobre la autoría del crimen y sobre la circunstancia de que el homicida mató sin previo aviso con un tiro por la espalda y otro de frente, y que antes había venido profiriendo amenazas contra la víctima y otras personas. El homicida fue condenado a «reclusión perpetua» por un tribunal militar, en Consejo de Guerra.

Las crónicas periodísticas de la época del conocido como «crimen de la calle de la Montera» reflejan el motivo del homicida, de forma críptica. Se cuenta que ambos militares habían coincidido como alojados en una casa de huéspedes y que el fallecido José había observado una conducta indigna en Juan, hechos bochornosos, y que le retiró su amistad por ello; y que como la «vida escandalosa» de Juan había continuado, aquél se vio obligado a dar parte a sus superiores en el Ejército. Se iba a abrir Tribunal de honor contra Juan por los hechos causantes de la denuncia y, antes de llegar a ello, Juan hizo caso de las sugerencias de la oficialidad y pidió la baja. Le quedó un rencor profundo contra quien le había denunciado y otros compañeros a quienes consideraba responsables de su situación.

Hasta aquí las crónicas periodísticas de la época.

Lo que no dicen las muy pudorosas crónicas periodísticas de la época es que la conducta escandalosa por la que el militar fallecido José había retirado su amistad a Juan y lo había denunciado a sus superiores era la homosexualidad de éste. Este dato no sale en las crónicas oficiales, pero consta en las crónicas familiares que me han llegado por tradición oral. Porque el fallecido era pariente mío; y, añade la tradición oral, la familia del fallecido, o sea, la mía, hizo lo posible para que no se impusiera al condenado pena de muerte que al parecer habría sido posible en el caso.

Es decir, que en los años 20 del siglo XX una persona suprimió la relación de compañeros de armas con otra por ser este segundo homosexual, por ser homosexual este lo denunció a sus superiores, por ser homosexual se abrió contra el denunciado una información privada en la que declararon diversas personas, por ser homosexual al denunciado lo iban a someter a un «Tribunal de honor» y por ser homosexual tuvo el denunciado que abandonar el Ejército.

Triste mundo en el que una persona retira a otra su amistad por ser homosexual, que por ser homosexual lo denuncia a los mandos militares, que por ser homosexual hay investigaciones privadas y declaraciones, que por ser homosexual se plantea  Tribunal de honor al denunciado, que por ser homosexual el denunciado debe dejar el Ejército.

Y triste mundo en que una persona de bien -como era considerado el fallecido, y no solo figura así en la tradición oral familiar, sino también en las crónicas periodísticas-, cumple un deber al denunciar a un compañero de armas por ser homosexual para que se tomen contra él medidas graves.

Y triste mundo en el que hay «Tribunales de honor».

Y triste mundo aquel en el que alguien mata por rencor.

crimen montera 2

crimen Montera 1

ABC. 12-1-1927

Y triste mundo en el que se considera agravante de un homicidio que el delito se haya cometido como consecuencia de un acto de servicio, entendiendo por tal, se deduce, denunciar la homosexualidad.

Y triste mundo en el que se somete a Consejo de Guerra, es decir, a jurisdicción militar, y no a la civil, a alguien que ya no es militar.

Y triste mundo en el que hay cadena perpetua.

Triste, tristísimo delito en 1926.

Datos:

ABC de 29 de diciembre de 1926 , enlace aquí

crimen montera 3crimen montera 4ABC de 11 de enero de 1927, enlace aquí

crimen montera 6La Voz, 27 de diciembre de 1926, número completo aquí La Voz (Madrid). 27-12-1926

crimen montera 7crimen montera 8

Sinopsis del artículo 26 de la Constitución vigente, sobre tribunales de honor, con explicación del concepto y la normativa vigente, enlace  aquí.

Verónica del Carpio Fiestas

-Dedico este post a la memoria de mi abuela-