Cuatro jinetes en el Apocalipsis; cuatro caballos. Tradicionalmente suele decirse que los jinetes son el Hambre, la Guerra, la Peste y la Muerte. Un jinete es la Muerte.
«Miré, y he aquí un caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades le seguía; y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierra«
La Muerte monta en un caballo bayo, amarillo.
Miguel de Cervantes, unos días antes de morir, escribió una carta: la dedicatoria de su último libro, publicado póstumo por su viuda: «Los trabajos de Persiles y Sigismunda«. La víspera de escribir esa dedicatoria recibió Cervantes la Extremaunción. El pobre Cervantes siente y dice que se muere, y aun en esas circunstancias hace la pelota a un poderoso. ¿Se trataba de verdadero afecto al duque de Lemos, o del ánimo de conseguir que su mujer Catalina de Salazar, su futura viuda, tuviera más protección en la publicación del libro, o de qué exactamente? Lo sabrán los estudiosos. Yo no lo sé. Sí sé que escribe en términos tales que producen sonrojo.
Y lo que si sé también, es transcribir la dedicatoria. Escrita ya cuando el tiempo es breve, la agonía se aproxima y la esperanza se desvanece, hoy aparece como un terrible ejemplo de abyecta sumisión al poderoso hasta en las puertas de la muerte. Fuera ello lo habitual, previsible y lógico en esa época hasta en mitad del dolor, del sufrimiento y del miedo -qué horrible época, si así fuera-, o fruto de la pobreza y la necesidad de Cervantes, o de su carácter -qué duro pensar que fuera así-. Impresiona cómo Cervantes era consciente de que se moría y escribe desde el sufrimiento y deseando seguir con vida, y que en esas circunstancias haya de escribir que quizá se curaría si viera de nuevo al mecenas. Uf.
«A don Pedro Fernandez de Castro
Conde de Lemos, de Andrade, de Villalva; Marques de Sarria, Gentilhombre de la Camara de su Magestad, Presidente del Consejo supremo de Italia, Comendador de la Encomienda de la Zarça, de la Orden de Alcantara.
Aqvellas coplas antiguas, que fueron en su tiempo celebradas, que comiençan:
«Puesto ya el pie en el estriuo»,
quisiera yo no vinieran tan a pelo en esta mi epistola, porque casi con las mismas palabras las puedo començar, diziendo:
«Puesto ya el pie en el estriuo,
con las ansias de la muerte,
gran señor, esta te escriuo.»
Ayer me dieron la estremavncion, y oy escriuo esta; el tiempo es breue, las ansias crecen, las esperanças menguan, y, con todo esto, lleuo la vida sobre el desseo que tengo de viuir, y quisiera yo ponerle coto hasta besar los pies a vuessa excelencia: que podria ser fuesse tanto el contento de ver a vuessa excelencia bueno en España, que me voluiesse a dar la vida. Pero si està decretado que la aya de perder, cumplase la voluntad de los cielos, y, por lo menos, sepa vuessa excelencia este mi desseo, y sepa que tuuo en mi vn tan aficionado criado de seruirle, que quiso passar aun mas alla de la muerte mostrando su intencion. Con todo esto, como en profecia, me alegro de la llegada de vuessa excelencia, regozijome de verle señalar con el dedo, y realegrome de que salieron verdaderas mis esperanças, dilatadas en la fama de las bondades de vuessa excelencia. Todauia me quedan en el alma ciertas reliquias y assomos de las Semanas del jardin y del famoso Bernardo. Si a dicha, por buena ventura mia, que ya no sería ventura, sino milagro, me diesse el cielo vida, las verà, y con ellas fin de La Galatea, de quien se està aficionado vuessa excelencia; y con estas obras, continuando mi desseo, guarde Dios a vuessa excelencia como puede. De Madrid, a diez y nueue de abril de mil y seyscientos y diez y seys años.
Criado de vuessa excelencia,
Miguel de Ceruantes.»
Puesto ya el pie en el estribo, con las ansias de la muerte, gran señor, esta te escribo.
«Puesto ya el pie en el estribo» era, al parecer, una copla clásica. ¿El estribo del caballo? ¿Montar a caballo es viajar, viajar es morir?
Y en el Apocalipsis es la Muerte el jinete. ¿Tendría que ver esa copla con el Apocalipsis? ¿Lleva la Muerte al muerto detrás, a la grupa? ¿O el muerto se convierte en La Muerte? ¿Era bayo el caballo donde montó al morir Cervantes?
Pobre Cervantes.
Verónica del Carpio Fiestas
Un comentario en “Cervantes y el caballo de la muerte”
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Quizás por eso uno es más quijotista que cervantino.