Tolstoi, el santón laico machista

De entre las cosas curiosas de la Historia de la Literatura, una es cómo un egoísta, misógino e hipócrita como Tolstoi consiguió convertirse en un santón laico con aureola. Más aún, cómo su pobre esposa ha quedado para la posteridad literaria como una bruja y él como un mártir digno de hagiografía, a quien iban  a rendir pleitesía en vida no solo por sus valores literarios sino por su integridad moral. Lo llaman moralista, en el buen sentido. Solo se explica por la fascinación de las palabras -nadie duda que sea un gran escritor, de la primera fila- y por la misoginia general, por cómo su opinión de la mujer era un detalle insignificante, es decir, por la misoginia general, porque otro motivo no se me ocurre. Otro día con más tiempo desarrollaré esta idea. O no, mejor no, si total afortunadamente ya hay de un tiempo a esta parte quien dice cosas parecidas hasta en suplementos culturales, que pensaba yo que era solo cosa mía, desde que hace más de treinta años -uf- empecé a leer a, y de, Tolstoi, y menos mal que no soy yo sola. Y es muy aburrido ir espigando datos de un lado y otro para intentar convencer a quien tenga la ocurrencia de pasar por aquí. Porque Wikipedia, paradigma de la cultura oficial, lo sigue pintando como un santón. Qué aburrimiento.

Así que hoy me voy a limitar a recomendar una lectura: su novela -corta, menos mal- «Sonata a Kreutzer».

Si le explico que es la historia de un hombre que mata a su esposa, y que cree que las relaciones sexuales han de evitarse, y que con ese ideal de pureza -por supuesto tras haberse ido de putas desde los 15 años- más o menos reprocha a ella que él se siente sexualmente atraído por ella, y que este mismo concepto de la abstinencia sexual como valor dentro y fuera del matrimonio, incluyendo entre cónyuges, y el de lo repugnante de los métodos anticonceptivos, lo aplicó Tolstoi en su propio matrimonio, mediante el sistema de hacerle  doce o quince hijos a su esposa y reprochar a su esposa por un lado no ser capaz él de abstenerse de relaciones sexuales y por otro que no quisiera ella tener más hijos, tiene usted ahí una  figura encantadora; encantadora para divorciarse inmediatamente. La relación entre la «Sonata a Kreutzer» y su propia vida, la de Tolstoi, es bien notoria; consta incluso que así lo reconoció, dolida, la propia esposa.

Lo único que justifica las relaciones sexuales es la procreación y lo demás es perversión y la culpa es de quienes hacen creer que es bueno para la salud -de los varones, claro- tener relaciones sexuales; y por supuesto culpa también es de las mujeres que, a la vez víctimas y verdugos, se degradan a sí mismas hasta el punto de venderse para subsistir como prostitutas o, peor aún, de ser como las mujeres honradas deseosas de relaciones sexuales con sus propios maridos y atrayendo a los hombres hacia esa degradación y al matrimonio con ayuda de afeites y vestidos y la complicidad de la familia. Y el mundo está dominado por las mujeres y no es una falta de derechos 1e la mujer no pueda votar  o no pueda ser juez etcétera etcétera, la mujer ata al hombre por la sensualidad  etcétera etcétera una pasión carnal es un terrible mal y además no es natural la relación sexual  etcétera etcétera  los hospitales están llenos de mujeres histéricas que han buscado el placer sexual incluso en el embarazo, una mujer es un monstruo si no amamanta a sus hijos etcétera etcétera 140 páginas.

Y, peor aún, con algunas ediciones que incluyen un texto con un comentario del propio Tolstoi a su novela, que es de caerse los palos del sombrajo. Porque el personaje de la novela es un hombre raro, que él mismo dice que hay quien piensa que está loco, y que además es un repugnante asesino por celos -legalmente impune, claro, porque mató en defensa de su honor, o así lo consideraron los tribunales, y claro, si mata por celos ni se plantea que sea punible-, pero esa apariencia de asocialidad solo es fachada, aparte de que ni se plantea asocialidad, no ya comportamiento delictivo, por lo de matar a la esposa. En realidad de ese texto complementario se desprende que el personaje es la voz de autor.

Y leo por ahí que se trata de «un radical ideal de pureza», en vez de una misoginia galopante. Anda que.

Ah, y al personaje le parece estupendo que los campesinos trabajen dieciséis horas diarias a base de comer tres cosas simples, y poco, y esa es la buena vida; la horrible sensualidad procede también de comer más y variado, y trabajar menos. Cómo me acuerdo de haber leído por ahí, y siento no tener a mano la cita, que Tolstoi no quería que sus campesinos -era un señor rural- tuvieran asistencia médica, por no considerarlo necesario,.Ay, estos santones laicos.

Por cierto, suele decirse que «Ana Karenina» de Tolstoi es la primera novela donde aparecen métodos anticonceptivos. En la «Sonata a Kreutzer», de publicación posterior, también salen. Y en ambos casos como cosas de mujeres, y además, esto es importante, y que se suele omitir en los análisis, descritos como realmente eficaces. «Los miserables médicos le prohibieron tener hijos» – cinco en ocho años llevaba la pobre mujer del personaje de la novela «Sonata a Kreutzer», que habla en primera persona, y la mujer tenía la salud resentida- «y le enseñaron el medio de evitarlos». ¿Cuál sería el «medio de evitar los hijos»? Estamos hablando de obras literarias del último tercio del siglo XIX, ¿De verdad había métodos anticonceptivos eficaces entonces? Eficaces, digo, porque intentos y métodos de evitar la concepción ha habido siempre, pero eficaces de verdad nunca hasta el siglo XX. Porque evidentemente es anticoncepción, por el contexto y la dicción literal de la novela, no aborto, y tampoco preservativo masculino. ¿Y ni sabemos cuáles son esos métodos? ¿ Y por qué en los análisis que veo por ahí de esta novela, y de «Ana Karenina»,  no leo comentarios sobre cuales serían esos métodos eficaces que no eran ningún tipo de preservativo masculino, puesto que se enseña a la mujer y esta lo aplica tranquilamente y hasta en contra de la opinión del marido, y sobre todo, atención, con verdadera eficacia, no como algo inseguro o azaroso, y ello cien u ochenta años antes de la invención de la píldora anticonceptiva, como si fuera normal en el siglo XIX esa seguridad?  ¿Es que no merece la pena comentar siquiera que se diga en una novela de un autor considerado realista que en el siglo XIX  había métodos anticonceptivos verdaderamente eficaces a disposición de las mujeres, aplicables sin contar con el varón y sin que este pudiera evitarlo, y quedarse tan ancho diciéndolo, como si fuera posible y cierto lo que solo fue posible y cierto cien años después?

Una lástima el título de la obra. Pobre Beethoven.

Verónica del Carpio Fiestas
[a la que mucho no le gusta Tolstoi, salvo quízá, en «Historia de un caballo», en «Ana Karenina», en «Hadji Murat» y sobre todo en «La muerte de Ivan Illich; a la que » Guerra y paz» se le cayó de las manos y allí en el suelo sigue; y que, aburridísima, olvidó freudiana y oportunamente «Resurrección» en un tren.

-Acabáramos, señora bloguera. Ya la he pillado. Menos lobos, Caperucita. Lo que pasa es que a usted no le gusta Tolstoi y está buscando excusas porque figura en el canon literario occidental como un imprescindible y no se  puede prescindir de él en un blog, y en una vida, en plan cultureta.
-Pues a lo mejor es eso, qué quiere que le diga. No vamos a ponernos a discutir por ello.]

Un comentario en “Tolstoi, el santón laico machista

  1. buenas tardes Veronica: me acabo de leer la Sonata a Kreutzer, saltandome parrafos porque como decia un profesor mio, de casi todos los libros se puede saltar algo, y si, el efecto que me ha producido es semejante al que comentas en tu blog, estamos de acuerdo. Hace tiempo habia leido otros libros suyos, pero no recordaba que tuviera unas ideas tan … en fin, no se como calificarlas. Ante mi sorpresa, he buscado en la red para encontrar confirmacion, y a la primera ha salido tu blog, es interesante leer comentarios sobre literatura de alguien que no es propiamente critica o literata (aunque se ve que eres gran lectora). De los demas escritores a los que desmitificas, no puedo estar del todo de acuerdo con lo que dices sobre Goethe, ya que la literatura alemana en general es una de mis favoritas y de ahi mi decision de estudiar este complicado y hermoso idioma, etc. -pero no sigo por ahi porque da para un debate-. Tampoco estoy del todo de acuerdo con lo de Terencio, ya que se trata de comedia de caracteres, en la linea de Menandro, y creo que si merece la pena aunque tal vez el tipo de ironia que maneja no es del agrado de todos los lectores, etc. como muestra, la famosa frase de Soy hombre y nada de lo humano me es ajeno, de la que se han escrito libros enteros y es lema del humanismo, etc. Y por ultimo, Chejov, las representaciones pueden ser como el pez globo, depende del director de escena, actores, etc. es muy facil que un Chejov sin acierto sea letal, pero bien cocinado es otra cosa. Al hilo de esto, mi cuento favorito de toda la literatura es de Chejov, La apuesta, es de 10, es imposible quitar ni un solo parrafo, ni una linea siquiera, y en cada parrafo aumenta la tension porque aǹade algo de informacion que va dando una vuelta mas de tuerca al asunto, etc. y luego por supuesto hay diferentes interpretaciones, no quiero decir que me identifique con el ‘mensaje’ porque en parte no es facil determinar cual sea, etc. y por ultimo ahora si, este relato tambien tiene una lectura juridica. saludos. (la falta de tildes es cosa del teclado nuevo).

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