¿Qué hacer para que una gota de agua no se seque? Josep Maria Esquirol, gestos de generosidad en tiempos oscuros

«El dar tiene amplísimo registro, dar tiempo, dar medios, dar acogida…, pero también dar amabilidad: todos los gestos que, dirigidos hacia los demás, hacen más agradable la vida. Gestos de generosidad. Dar no es sólo cosas de santos o héroes. Hay pequeños gestos, afables y cotidianos, que ya son donación. Todo cuenta y en especial lo que sentimos de cerca y asiduamente. hay uan sabiduría del gesto, así que la «urbanidad», bien entendida, es sustancial. Los «modales» -los gestos modales- no responden sólo a la «buena educación», sino a una actitud existencial mucho más profunda. ceder el paso: «primero usted, por favor». Los gestos amables tienen ya de entrada la virtud de excluir sus opuestos: el abrazo aleja el temor; la mano abierta, el odio, el movimiento de hombros, el fanatismo; el masaje, el dolor; las caricias, el llanto; la sonrisa endulza el aire que se respira; la humildad en la mirada deja hablar al otro.

Los gestos de generosidad conectan secretamente con los actos más excepcionales. Son esos actos, y no las ideas abstractas, las que lucen como faros de esperanza en momentos y épocas de oscuridad. Las ideas son insensibles, inclusive la del bien. [… ] En nombre del bien, o de la justicia, o de Dios, se han causado toneladas de sufrimiento y millones de víctimas. La bondad, en cambio, siempre produce lo bueno y nunca lo malo. La bondad no está en las declaraciones grandilocuentes, sino en lso gestos y en las acciones […].

Esto es lo que salva al mundo: la bondad cotidiana de las personas; la bondad de las acciones de unos hacia otros. […] A veces, esa bondad parece pequeña e impotente ante la monstruosidad y la extensión del mal. No obstante, en su impotencia y en su debilidad «nunca podrá ser vencida». De aquí que la bondad, que es una de las vibraciones de la vida, sea la esperanza del mundo.

En las afueras de un monasterio budista, en las montañas del Himalaya, hay una piedra con un acertijo inscrito en ella: «¿Qué hay que hacer para que una gota de agua no se seque?» Detrás de la misma piedra se encuentra la respuesta: «Dejarla caer al mar». Bellísima imagen. Pero corresponde a la idea de integración oceánica y de totalidad que no comparto.

Tal vez cabría una respuesta alternativa, propia de las afueras -de la intemperie del desierto-. ¿Qué hay que hacer para que una gota de agua no se seque? Ponerla en los labios de alguien que tenga sed.»

De «La penúltima bondad. Ensayo sobre la vida humana», de Josep Maria Esquirol, Acantilado, Barcelona, 2018, págs. 102-104. Premio Nacional de Ensayo 2016.

Por la selección y transcripción del texto y por la foto (propia),

Verónica del Carpio Fiestas