«La plaza del Diamante» de Mercè Rodoreda y el arca de novia

«Y salimos al salón. En seguida vi un baúl dorado de arriba abajo, dorado y azul, con escudos de colores todo alrededor de la parte baja y, en la tapa que estaba levantada, una Santa Eulalia ladeada, con un lirio de San Antonio en la mano y un dragón cerca, con la cola enroscada en una montaña sin árboles y la boca abierta de par en par, con tres lenguas de fuego como tres llamaradas. Un baúl de novia, dijo la señora, gótico«.

Se trata de un fragmento de «La plaza del Diamante«, novela de la escritora catalana Mercè Rodoreda (Barcelona 1908-Girona 1983), escrita en catalán («La plaça del Diamant«, 1962). La edición que manejo es de de la edición de Edhasa, 2007, traductor Enrique Sordo.

De «La plaza del Diamante» se suele resaltar que se trata del retrato de una vida cotidiana de mujer en preguerra, guerra y posguerra en Barcelona; de una mujer de clase muy modesta, Natalia, «Colometa» por sobrenombre puesto, o impuesto, por un marido egoísta y aparentemente cariñoso empeñado en tener un palomar que es ella la que ha de cuidar mientras él regala alegremente las palomas que tanto esfuerzo cuesta cuidar; una mujer que trabaja limpiando casa ajenas y vive una vida dura, hasta el punto de, en su desesperación, planear el asesinato de sus muy queridos hijos ya huerfanos de padre muerto en la guerra, y suicidarse, nada menos que por ingestión de aguafuerte con un embudo, para evitarles las penalidades y el horror del hambre en la posguerra; una mujer que, en realidad, nunca ha tenido la oportunidad de vivir una vida propia. Podría transcribir varias durísimas escenas, como esa, la más dura del libro, de cuando, en la más absoluta miseria de la posguerra de la Guerra Civil, sin poder dar a su hijo y su hija algo de comer y sin esperanza de mejorar, decide matar a sus hijos y sucidarse y no tiene ni siquiera dinero para comprar el aguafuerte. Podría también escoger frase como «la historia valía más leerla en los libros que escribirla a cañonazos«.

O podría ser optimista. Podría, por ejemplo, aprovechar para aprender sobre Arte.

¿Cómo sería ese baúl de novia, «un baúl dorado de arriba abajo, dorado y azul, con escudos de colores todo alrededor de la parte baja y, en la tapa que estaba levantada, una Santa Eulalia ladeada, con un lirio de San Antonio en la mano y un dragón cerca, con la cola enroscada en una montaña sin árboles y la boca abierta de par en par, con tres lenguas de fuego como tres llamaradas«, el de la casa de gente pudiente (y moralmente miserable) donde trabaja como asistenta Natalia «Columeta»? Pues a lo mejor hay forma de saberlo.

Transcribo en parte una interesante entrada del blog del Museu Nacional d’Art de Catalunya, post de 15 de octubre de 2020 por Daniel Vilarrúbias, titulado «Un arca nupcial de lujo del siglo XVI en el Museu Nacional«:

«El arca -en Catalunya se usaba siempre el término caixa (caja)- fue quizás el mueble contenedor por excelencia en la Catalunya de la Edad Moderna, ya que la tipología aparece a mediados del siglo XV en coexistencia con los cofres con herrajes o de aspecto más pesado y desaparece a mediados siglo XVIII, cuando se generaliza el armario y hace irrupción un mueble de tocador como la cómoda, más apto para guardar el ropaje.

De las cajas se puede reseguir la evolución formal y decorativa a lo largo de todo el periodo que hemos comentado anteriormente, y, como ha apuntado la experta Eva Pascual, quizás es uno de los pocos ámbitos donde esto ocurre con tanta continuidad y dentro de un lapso temporal tan extenso. Tanto los inventarios post-mortem de los bienes existentes en un domicilio como algunos interiores plasmados en pinturas revelan que las casas tenían cofres y muebles contenedores en una proporción muy superior a mesas y otros tipos de mobiliario, desde al menos finales de siglo XV.

Cabe destacar que hubo dos tipos principales de cajas, las de dos paneles separados por montantes moldurados –medio cofre-, y las de tres paneles o cofre mayor; creemos que las dimensiones del interior para estas últimas rondaban la cana, medida que en Barcelona equivalía a 156 cm.

El arca nupcial con la Anunciación del Museu Nacional

En la exposición permanente del Museu Nacional encontramos un espléndido ejemplo de caja nupcial de nogal -quizás de álamo-. Como medio cofre presenta un frontal de dos paneles separados entre ellos por el montante o monje decorado con taladrados o tracería calada, y toda la caja se encuentra elevada por una alta socolada moldurada y calada de gran potencia y aparatosidad, que le hace alcanzar una longitud máxima de 140 cm. […] «.

Y aquí enlace a la foto que figura en este post, del arca de Museu Nacional d’Art de Catalunya. No es igual a ese «baúl dorado de arriba abajo, dorado y azul, con escudos de colores todo alrededor de la parte baja y, en la tapa que estaba levantada, una Santa Eulalia ladeada, con un lirio de San Antonio en la mano y un dragón cerca, con la cola enroscada en una montaña sin árboles y la boca abierta de par en par, con tres lenguas de fuego como tres llamaradas«, pero nos hacemos una idea, ¿no?

Arca nupcial con la Anunciación del Museu Nacional d’ Art de Catalunya

Verónica del Carpio Fiestas