Españoladas de las malas y de las buenas

Diccionario de la Real Academia Española:

españolado, da.

2. f. Acción, espectáculo u obra literaria que exagera el carácter español.

La definición de la Academia merecía quizá una revisión, o añadir alguna acepción más. Una españolada podría ser, más bien, aquella obra artística o literaria en la que el carácter español y sus costumbres son descritos con los ojos de persona extranjera generalmente ilustrada que no comprende lo que ve, pero que se cree que lo comprende, y además lo expresa en serio, creyéndolo fiel reflejo de la realidad. Porque no es que exagere, sino que piensa que lo pintoresco, turbulento y «romántico» que describe no solo es fidedigno y cotidiano, sino que capta la esencia. Escritores españoles del siglo XIX se reían ya de ello, de cómo quienes llevaban quince días en España se permitían describir el país, sus costumbres y sus cuidadanos, campanudamente; y no me refiero al caso de mi apreciadísimo George Borrow. Yo, en el XXI, también me río. Cuando no me río es cuando pienso que ello ha dado lugar no solo a interpretaciones desde fuera que han condicionado, y quizá aún condicionan, actitudes incluso políticas y prejuicios de largo recorrido, sino a lo mismo desde dentro, como si correspondieran a la realidad, y a sesudos análisis sobre si corresponden o no.

Lástima que cuando los aristócratas británicos (varones, claro) realizaban el llamado «Grand Tour», España rara vez estuviera incluida en el itinerario habitual, prueba de que lo poco que importaba España en esa época desde el punto de vista de patrimonio cultural -desde el punto de vista político, como no fuera para invadir, más bien entre cero y nada-; la notoria dificultad de los caminos y la inestabilidad política permanente no podían ser la causa pues también las había en otros sitios. Muy distinto para la percepción de un país desde fuera de él es que viajen a ese país unos pocos viajeros intrépidos y excéntricos a que vayan a él sistemáticamente los hijos de familias nobles del país entonces hegemónico. Aunque quién sabe; de haber sido otro el caso, quizá los estereotipos sobre España serían los mismos o peores.

De Washington Irving, autor de los deliciosos -sí, deliciosos, por qué no- «Cuentos de la Alhambra», españolada clásica, no se va a hablar, más que nada porque ya he hablado de este autor en otro post. Vayamos con otros autores. Unos, con españolada «realista»; otros, puramente metafórica.

  • Stendhal. El admirado y admirable Stendhal de La Cartuja de Parma, ya tratada en este blog con toda la reverencia que merece, acierta poco en dos cuentos «españoles», por llamarlos de alguna manera, porque cuentos son, en la mala acepción, y españoles, regular: «El arca y el aparecido» y «El filtro» puede que sean cuentos románticos, en el sentido literario del término; a mí, aparte de eso, me parecen cuentos ridículos, involuntariamente. Sean suyos o adaptación de temas anteriores, me provocan impaciencia y vergüenza ajena, por el cúmulo de errores de todos los tipos, y de otra cosa que rima con «tipos»: estereotipos. Y lo digo con o sin permiso de los stendhalianos de estricta observancia, porque soy stendhaliana por gusto, no por obligación y con orejeras y esto es un blog personalísimo, no uno de crítica literaria.
  • Merimée y «Carmen», y «Carmen» y Bizet. Perpleja me quedo cada vez que leo que Carmen es el arquetipo de la mujer española o, puestos a escoger, y esto ya me deja estupefacta, de la mujer libre, como he leído que declaraba, al parecer con toda seriedad, alguna cantante de ópera que interpretaba el papel. El mito de Carmen.Carmen portada

¿Trágico? ¿Correspondencia con la realidad? Ríos de tinta corren sobre ello, y muchos son ríos de tinta seria. ¿De verdad han leído el libro de Merimée todos los que hablan de esto? Pero tendré que pensar que estoy equivocada cuando tanta coincidencia hay en lo contrario. Será, sí, problema mío. Intentaré enmendarme. Disculpe.diablo mujer 2diablo mujer 1

  • En «El diablo es mujer», la cosa es un poco distinta y mejor. «The devil is a woman», «La femme et le pantin»,  película de 1935 dirigida por Josef von Sternberg -prescindo del libro del que al parecer es adaptación, que no he leído- y protagonizada por Marlene Dietrich.  Es una españolada manifiesta, flagrante, apoteósica, ambientada, se deduce, a finales del siglo XIX. No tiene precio ver a la inequívocamente germánica Dietrich de cigarrera -sí, como Carmen, y no acaban ahí las semejanzas, que también coinciden, por ejemplo, en que la protagonista es una mujer mala y una mala mujer, y en que aparecen un militar y, naturalmente, un torero- y con flores en el pelo y cantando y bailando «a la solana carnavalespañola» y repartiendo mohínes seductores. Pero al menos esta película no oculta y disfraza su misoginia de manual -el paradigma de la pérfida mujer fatal que con su perverso poder sexual arrastra a la perdición a los pobres varones indefensos, uno tras otro-, como en las otras obras de Bizet y Merimée, y sin duda presenta una gran belleza formal especialmente en fotografía. Vea este enlace con fragmentos y comentarios; al parecer se prohibió por autoridades españolas por ofrecer una visión distorsionada de España -y vaya vaya vaya si la ofrece-, e incluso se pidió la destrucción de negativos a la productora. Algunas escenas de carnaval, próximas al expresionismo, o cayendo de lleno en él, presentan una curiosa semejanza con las pinturas del pintor español José Gutiérrez Solana, que quizá sería interesante saber si fue conocido por Sternberg. En la película de Sternberg se va directamente, sin complejos, al esterotipo de caracteres y costumbres, cliché tras cliché, sin molestarse en más. Mucho mejor que pensar que se describe la realidad y tomarse esto en serio.
  • Y mi favorito: Manuscrito encontrado de Zaragoza, larga novela escrita en francés por el escritor polaco Jan Potocki, fallecido en 1815. No me atrevo a describirla, y casi diría que es indescriptible. Piense en las Mil y una noches, estructura multiforme de cuentos dentro de cuentos, de todos los tipos, enfoques y temas, en un marco general de argumento de aventura, ambientada básicamente en el siglo XVIII, época de Felipe V, y lo que imagine estará muy alejado de la realidad, y a la vez muy próximo. Sí, son 500 páginas, y da gusto leerlas. Gran literatura fantástica o surrealista o novela gótica o novela prerromántica de un ilustrado o delirios, o lo que sea, bajo disfraz de novela de aventuras, con el artificio clásico del manuscrito encontrado, facil de leer, y variada, muy variada; un no parar. Vamos, que incluye no solo desafíos, bandoleros, moriscos, el mito del judío errante y tesoros escondidos, sino hasta sugerencias incestuosas y magia y aparecidos. Como si fuera un best seller -aunque estamos hablando de una de las grandes novelas de la literatura europea, pese a ser muy desconocida- y de españolada, porque parte de la novela transcurre en España, incluyendo nada menos que en Sierra Morena. Olvídese de Carmen de Merimée y de españoladas de Stendhal, y mejor lea este libro, como no hay dos. ¿Que es españolada? Da lo mismo porque es eso pero también mucho más; de todo. No se aburrirá, seguro. Hay varias versiones, pues su publicacion fue de tanta aventura como el argumento, y yo solo puedo opinar por la que he leído:potocki

Y a diferencia de la mayoría de las obras citadas -salvo destellos en El diablo era mujer-, hay dos cosas que Manuscrito encontrado en Zaragoza sí tiene, pese  ser serio en estructura y planteamiento: ironía y sentido del humor.

«¡Ay!, dijo, ¡por qué no habré hecho caso a Fray Jerónimo de la Trinidad, monje predicador, confesor y oráculo de nuestra familia! Es cuñado del yerno de la cuñada del suegro de mi suegra, y como es el pariente más cercano que tenemos, en casa no se hace nada sin su consejo. No he querido seguirlo y por eso me veo justamente castigado. Y mira que me había dicho que los oficiales de las Guardias valonas eran gente herética, cosa que se reconoce fácilmente por sus cabellos rubios, sus ojos azules y sus mejillas rubicundas«.

Verónica del Carpio Fiestas