Ucronías. La verdadera historia de la muerte de Francisco Franco en 1959

Si quien esto lee es docente de Secundaria que cree que de este blog puede extraer alguna idea para su alumnado quizá se encuentre en este post con unos problemas. ¿Saben los alumnos de Secundaria qué es una ucronía y conocen algún ejemplo literario o cinematográfico? Eso seguro que no lo saben; me apuesto una comida. Pero la cosa va más allá. ¿Cuántos alumnos saben que Franco no murió en 1959 y captarán la trampa, o el chiste, del título del post? En la adolescencia cualquier tiempo anterior al propio nacimiento se mueve en una nebulosa en la que 1975 y 1959 es lo mismo, y también es lo mismo 1940 y, si me apuran, 1840. Pero, más aún, ¿cuántos alumnos de secundaria saben siquiera quién fue Francisco Franco? ¿Y cuántos de quienes oyen aquí y allá lo del «drama de los refugiados» o «la crisis de los refugiados» o incluso «la amenaza de los refugiados», según cuál sea su entorno personal y televisivo, saben que los españoles hemos sido refugiados, y no solo huyendo en 1939 y teniendo que estar fuera de España aún en 1959 y más tarde, sino muchas veces antes a lo largo de nuestra Historia? Para quienes también oyen constantemente las bobadas periodísticas tipo «el mejor futbolista de la historia» o  «el videojuego más descargado de la historia», como si a lo largo de la Historia siempre hubiera habido futbolistas y programas de ordenador que descargar, la perspectiva de interpretación de situaciones es corta. Muy corta.

Y quienes tienen perspectivas cortas para interpretar situaciones son, claro, fácilmente manipulables. Y parte de la función docente es enseñar a ser críticos y a tener perspectivas menos cortas para conseguir una ciudadanía menos manipulable. ¿O no?

Así que mi sugerencia es que busquen en Internet un cuento de un escritor casi olvidado, Max Aub, titulado «La verdadera historia de la muerte de Francisco Franco«. Se lo pongo fácil, y aquí va un enlace. Y ahí verán descrita la vida del exilio. Y verán que en efecto hubo un exilio. Y ahí verán cómo nos pueden ver desde fuera a los españoles (gritones, groseros, agresivos); muy parecido a como xenófobos españoles ven a personas procedentes de otros países. De las refugiadas y de las españolas, por cierto, no se habla.

Ah, y en ese cuento verán una ucronía: la de la muerte de Francisco Franco en 1959, asesinado a manos de un camarero mexicano de un café de México, un camarero ya con úlcera de estómago tras atender y oír veinte años seguidos a refugiados españoles clientes del establecimiento, y deseoso de quitárselos de encima aunque sea matando él mismo a Franco para que esos refugiados puedan volver a España. No destripo el final. Sí voy a destripar el casi final:

«Parece inútil recordar los acontecimientos que, para esa época, se habían sucedido en España: formación del Directorio Militar bajo la presidencia del general González Tejada; el pronunciamiento del general López Alba, en Cáceres; la proclamación de la Monarquía, su rápido derrumbamiento; el advenimiento de la Tercera República.»

Verónica del Carpio Fiestas

Inquisiciones jurídicas

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Foto de fichero de la Biblioteca del Colegio de Abogados de Barcelona con ficha censurada con el sello de «¡Arriba España!». Foto del año 2015, de V. del Carpio.

En la magnífica biblioteca jurídica del Colegio de Abogados de Barcelona se conservan fichas de libros jurídicos que fueron censurados por el bando vencedor al terminar la Guerra Civil, en 1939. Transcribo lo que figura en el folleto del año 2012 «La Biblioteca del Ilustre Colegio de Abogados de Barcelona» después de explicar cómo fue fusilado el bibliotecario al terminar la guerra por los vencedores, como consecuencia de denuncia anónima y sin poder defenderse:

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Portada del folleto «La Biblioteca del Ilustre Colegio de Abogados de Barcelona», año 2012.

Folleto

Folleto «La Biblioteca del Ilustre Colegio de Abogados de Barcelona», año 2012. Página 13. Incluye el texto transcrito y una foto de fichero donde se aprecia una ficha censurada con el sello de «¡Arriba España!».

 «Con el fin de la Guerra la Biblioteca y todos los centros culturales del país sufrieron muchas vicisitudes, siendo quizás la más remarcable la obiigación de pasar todos los libros por la censura.

De todos modos en nuestro caso no hubo ni expurgación ni destrucción de libros. Se censuraron, eso sí, las fichas catalográficas y existió el firme compromiso del Bibliotecario de Junta de, en el caso de que de que alguien pidiese alguno de los libros «prohibidos» lo comunicaría a la policía, hecho que nunca sucedió.»

Foto de fichero de la Biblioteca del Colegio de Abogados de Barcelona con ficha censurada con el sello de

Foto de fichero de la Biblioteca del Colegio de Abogados de Barcelona con ficha censurada con el sello de «¡Arriba España!». Foto del año 2015, de V. del Carpio.

¿Cuáles serían exactamente esos libros jurídicos censurados? ¿Cuál sería el criterio seguido por el inquisidor jurídico para escogerlos? ¿Seguiría siquiera algún criterio? ¿Qué libros de Derecho censuraría un fascista en el año 1939? ¿Sería jurista el inquisidor? ¿Con qué formación? ¿Actuaría siguiendo instrucciones concretas o con posibilidad de escoger? ¿Cómo sería su mentalidad para considerar un libro concreto como peligroso, en una biblioteca jurídica de una corporación profesional oficial de abogados? ¿Y qué forma de razonar demuestra quien para censurar usa, a iniciativa propia o no, el sistema de marcar las fichas con un sello donde figura la expresión, o el grito escrito, «¡Arriba España!» de la retórica habitual de los falangistas/fascistas? ¿Sería un sello que usaría para más cosas, o fabricado ad hoc?

¿No sería muy interesante que se elaborara y difundiera un catálogo de los libros así censurados en esta biblioteca jurídica -al parecer no existe ese catálogo- y, en su caso, en otras jurídicas, si es que se siguió similar sistema de censura en otras, para determinar qué criterio se siguió en la selección, y, en definitiva -porque eso es lo fundamental desde el punto de vista histórico-, qué mentalidad refleja exactamente la censura de los libros concretos? La experiencia histórica demuestra que los inquisidores y los censores de todos los tiempos son, con frecuencia, además de intolerantes, algo más: ignorantes y cortos de entendederas. Y, más aún: que con cierta frecuencia actúan sin ningún criterio razonable, ni siquiera desde su propia mentalidad retorcida. ¿Sería así en este caso? ¿Podríamos averiguarlo comprobando la lista de libros censurados?

Me encantaría saberlo.

Verónica del Carpio Fiestas

Fascinante documento histórico sobre el cambio de hora en España

BOE 7-3-1940La búsqueda de información legislativa sobre el rito antropológico de cambio de estación -llamémoslo así, piadosamente- del cambio de hora dos veces al año al que nos someten con vagos argumentos científicos, que se repiten de forma acrítica año tras año, lleva a resultados sorprendentes. Por ejemplo, a encontrar la Orden Ministerial de 7 de marzo de 1940, que implantó el horario de verano en España. En la imagen, el BOE del día 8 de marzo de 1940, con esa orden ministerial y más normas publicadas ese día, enlace a BOE aquí.

Si quien esto lea no conoce la historia de España quizá no sepa que el Boletín Oficial del Estado, BOE, es el diario oficial donde se publican las normas. Si no sabe eso, quizá tampoco sepa que entre 1936 y 1939 hubo en España una feroz guerra civil, la enésima de nuestra Historia, que acabó con un bando perdedor y otro ganador, y perdiendo España y la ciudadanía la democracia y muchos cientos de miles de vidas por muerte violenta, hambre, enfermedades evitables o exilio. El bando ganador se alineó moralmente, y en parte militarmente, con el llamado Eje, sin llegar a entrar formalmente en la Segunda Guerra Mundial que empezó poco después de la Guerra Civil, y la posguerra fue durísima y larga, en la que continuaron las muertes violentas -ya de forma unilateral-, el hambre, las enfermedades evitables y el exilio. Y en la inmediata posguerra el bando vencedor se dedicó a purgar y depurar, palabras de la época, aparte de a ejecutar en juicios sumarios, a quienes le parecían contrarios, sospechosos o neutros.

Y en la inmediata posguerra se dictó esa norma sobre cambio de hora, que según dicen algunos, buscaba también alinear desde el punto de vista horario a España con Berlín, en vez de con Greenwich. Sea verdad o no, el BOE de ese día no tiene desperdicio.

Empecemos por el texto de la Orden de 7 de marzo de 1940.

«Orden de 7 de marzo de 1940 sobre adelanto de la hora legal en 60 minutos a partir del 16 de los corrientes.

Excmos. Sres.:

Considerando la conveniencia de que el horario nacional marche de acuerdo con los de otros países europeos, y las ventajas de diversos órdenes que el adelanto temporal trae consigo,

Dispongo:

Artículo 1º.- El sábado 16 de marzo, a las ventitrés horas, será adelantada la hora legal en sesenta minutos.

Artículo 2º.- El servicio de ferrocarriles se ajustará, en lo relacionado con el adelanto de la hora, a las reglas establecidas en la Real Orden de 5 de abril de 1918.

Artículo 3º.- En la Administración de Justicia se tendrá presente lo dispuesto en la Real Orden de 5 de abril de 1918, para evitar que el tránsito de uno a otro horario pueda ocasionar perturbaciones en dicho servicio.

Artículo 4º.- La aplicación a la industria y al trabajo del nuevo horario oficial no ha de dar lugar al menor aumento en la duración total de la jornada legal.

Artículo 5º.- Oportunamente se señalará la fecha en la que haya de restablecerse la hora normal.

Dios guarde a VV.EE. muchos años.

Madrid, 7 de marzo de 1940.- P.D. El Subsecretario, Valentín Galarza

Excmos. Sres. Ministros de todos los Ministerios«

La palabra «nacional» aplicada al horario no es, naturalmente, casual. Por si quien lea esto no lo sabe, «nacional» se denominaba a sí mismo el bando ganador, llamado «fascista» por el otro bando; y se utilizó extensamente en la época, aplicada hasta a la ensaladilla, que pasó a llamarse «nacional» en vez de «rusa».

En cuanto a los argumentos para adoptar la medida, no pueden ser menos explícitos. O, desde otro punto de vista, más explícitos de que quien manda, manda.

Y rodeando este documento, en el que se aprecia tal interés y respeto por los derechos de los trabajadores y por el buen funcionamiento de la Administración de Justicia, va, en las mismas páginas, lo siguiente, con un par de cosas más análogas:

  • A un funcionario, portero, que trabajaba en el «extinguido Tribunal de Garantías Constitucionales», tras la correspondiente «depuración» política se lo readmite como portero del Cuerpo de Porteros Civiles, de forma provisional. Firma el mismo subsecretario que ordena el cambio de hora.
  • A otro funcionario, portero, que tambien trabajaba en el mismo «extinguido» Tribunal, se lo readmite tras pasar el mismo trámite tambien de forma provisional, con la misma firma
  • A otro funcionario, auxiliar, del «extinguido Congreso de los Diputados», que resultó, según informaciones, que había pertenecido a la Masonería en 1932, pese a haberlo negado en declaración jurada, se le priva de la condición de funcionario, y huelgan más diligencias de averiguación. Firma el mismo subsecretario.
  • Un maestro es destinado (¿voluntariamente? Quién sabe) a Fernando Poo, Guinea, por el Director General de Marruecos y Colonias.
  • Como consecuencia de una sentencia de un juzgado militar -no de la jurisdicción ordinaria- se priva de la condición de funcionario a un señor «peatón». «Peatón» sería algo oficial a la sazón; según el diccionario de la Real Academia Española, una especie de cartero.

Cualquier tiempo pasado fue anterior.

Y las normas, mejor  leerlas en su contexto.

Verónica del Carpio Fiestas