De vez en cuando leo que las comedias «Lisístrata» o «La asamblea de las mujeres» del comediógrafo griego Aristófanes (446 a.C.-386 a.C.) son «feministas», o feministas avant la lettre, o protofeministas, y/o que tratan sobre el empoderamiento de las mujeres. El tema de «Lisístrata» es que las mujeres de Grecia, a iniciativa de Lisístrata, se declaran en huelga de indefinida de sexo (heterosexual y con sus maridos, claro) hasta que los hombres acaben de una vez la guerra entre Atenas y Esparta; en «La asamblea de las mujeres» la cosa va más allá, porque el tema es que las mujeres atenienses, disfrazadas de hombres, se adueñan del poder. Bueno.
Sobre la inexistencia de feminismo y/o empoderamiento en estas comedias de Aristófanes:
1) Las mujeres, salvo excepciones (tales como las hetairas o cortesanas, palabras light para mujer que cobra por sexo ) no podían ser, no ya actrices, que no podían -en la Grecia clásica papeles masculinos y femeninos eran interpretados por varones, si bien hay quien dice que podía haber excepciones- sino ni siquiera espectadoras; conforme al criterio de que su papel social era el de Penélope: quedarse en casa e hilar. O sea, el «feminista» Aristófanes escribía comedias para que fueran interpretadas y vistas solo por señores, no por mujeres a las que se vedaba la actuación y la posibilidad de participar qué se decía de ellas; y, en cualquier caso, los autores teatrales de la época actuaban como si el público estuviera exclusivamente formado por varones libres y adultos, asistiese o no una minoría de mujeres a las funciones (Vd. «Las mujeres, ¿espectadoras del teatro clásico griego?», de M. Brioso Sánchez, de la Universodad de Sevilla.
2) En palabras de la ilustre historiadora francesa Claude Mossé (1924-2022), en su ensayo «La mujer en la Grecia Clásica», capítulo «El teatro, espejo de la ciudad», análisis sobre «Lisístrata», «La asamblea de las mujeres» y «Las tesmoforias» (págs. 134-139):
«La obra aparentemente más revolucionaria de Aristófanes no puede incluirse en absoluto, como se ve, en el dossier de ningún movimiento feminista. Antes al contrario, el poeta cómico recupera todas la imágenes tradicionales de la mujer y la utiliza como vehículo de su crítica de la democracia contemporánea. Partidario de un sólido conservadurismo, busca en la función doméstica de las mujeres argumentos favorables para un retorno al pasado con el que sueña una parte de la intelectualidad ateniense al finalizar la guerra del Poloponeso, Y como lo que importa antes todo es hacer reír, encontrará en las mujeres -astutas, charlatanas, aficionadas al vino y al amor- la mejor excusa.»
[La transcripción es de las páginas 138-139; a continuación incluyo las páginas 134-139, del capítulo «El teatro, espejo de la ciudad»:]
Hacer reír al público; o sea, a quien estaba en el público, que resulta que eran los varones, solamente, o poco menos. Y a costa de las mujeres y poniendo de manifiesto sus «defectos» clásicos.
Comedias feministas y /o de empoderamiento, dicen. Ya.
Y lo dirán en serio.
Pues bueno.
Verónica del Carpio Fiestas