En su importante salud: parte oficial

en su importante salud 1922

Boletín Oficial del Estado de 4 de junio de 1922, página completa. Marcado, el «Parte oficial»

BOE histórico parte oficial salud

Boletín Oficial del Estado de 4 de julio de 1922, apartado «Parte oficial»

Boletín Oficial del Estado de 4 de junio de 1922. «Parte oficial. Presidencia de Consejo de Ministros. S.M. el REY. D. Alfonso XIII (q.D.g), S.M. la REINA Doña Victoria Eugenia, S.A.R. el Príncipe de Asturias e Infantes y demás personas de la Augusta Real Familia, continúan sin novedad en su importante salud«

en su importante salud 1832

Gaceta de Madrid (antecedente del actual Boletín Oficial del Estado) de 1 de mayo de 1832

Gaceta de Madrid de 1 de mayo de 1832. «Artículo de oficio» que nos informa de que el Rey, «la amada Reina» -parece que dice-, y el resto de la Familia Real que se detalla, se hallan en Aranjuez, sin novedad en su importante salud.

Análoga noticia, con diferencia de cien años, y muchos más casos intermedios, como este de 1834:

en su importante salud 2-1-1834

Gaceta de Madrid, 1 de enero de 1834

Gaceta de Madrid de 2 de enero de 1834. «Artículo de oficio. La Reina Nuestra Señora Doña Isabel II, y S.M. la Reina Gobernadora, siguen sin novedad en su importante salud. Del mismo beneficio disfrutan SS.AA.RR. los Srmos. Sres. Infantes«.

O esto, en el Diario Oficial del Congreso de los Diputados de 1840, enlace aquí, donde la expresión «en su importante salud» se repite numerosas veces, como en los casos aquí a modo de ejemplo resaltados:

diario sesiones 1840

Diario de Sesiones del Congreso de Diputados, 1840. Selección de algunos de los casos localizados de la expresión «en su importante salud»

Busque en Google «en su importante salud» y verá que hay más casos. Y verá que SOLO se aplicaba a los reyes y su familia. O quizá, excepcionalmente, a algún alto cargo eclesiástico; aunque en cuanto a este último punto mucho me temo que no puedo documentarlo, pues es escurridizo Google, más aún que la memoria literaria, y no hay forma de hallar lo que en algún momento leí en algún documento fuera de Internet.

Así que, por concluir: por una parte está la salud de categoría especial, la «importante salud», que merece ser recogida en periódicos oficiales, y luego está la salud del resto. Y como ya «la importante salud» de los que tienen «importante salud» no la recogen los  periódicos oficiales, ya se encargan de esa labor los otros periódicos; los que, creo, no son oficiales. ¿O sí?

 Verónica del Carpio Fiestas

Yo era un tonto, y lo que he visto me ha hecho dos tontos

Yo era un tonto, y lo que he visto

me ha hecho dos tontos.

Pues para entrar donde quiera,

¿qué más hay que hacerse tonto?

Los dos primeros versos, coma incluida, corresponden a la Jornada I de la la obra de Pedro Calderón de la Barca «La hija del aire«, enlace aquí a esta -a mi modesto entender- aburridísima obra, del siglo XVII, y los dos últimos a la Jornada III, y en ambos casos figuran en boca del mismo personaje, llamado Chato. Por qué se cita habitualmente lo primero

Yo era un tonto, y lo que he visto

me ha hecho dos tontos.

sin ponerlo en relación con lo segundo,

Pues para entrar donde quiera,

¿qué más hay que hacerse tonto?

alguna razón habrá seguramente, aparte del dato de que «Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos» sea el título de un ciclo poético, o algo, del poeta Rafael Alberti, del año 1929 -siento mucho decir que también me parece aburridísima obra-, que es el que se suele citar como fuente próxima de la primera frase. Otra posibilidad es que no haya relación alguna entre un fragmento y otro de la obra de Calderón, pese a que el personaje vaya de tonto, o, lo que es lo mismo, que tal relación solo exista en mi imaginación o, caso de existir, no tenga importancia alguna; todo esto, solo o en compañía de otros, parece lo más probable.

Añado pues a modo de moraleja otra estrofa de «La hija del aire«:

Señor, vencerse a sí mismo

un hombre es tan grande hazaña

que sólo el que es grande puede

atreverse a ejecutarla.

No tengo claro de qué exactamente puede ser moraleja esta estrofa, pero como es rimbombante -recítese en voz alta para comprobar cómo es difícil evitar que los brazos intenten por cuenta propia ponerse a hacer aspavientos- y me gusta como suena, la incluyo, y si va a al final de un post, tendrá que ser la moraleja. ¿No?

Verónica del Carpio Fiestas

Españoladas de las malas y de las buenas

Diccionario de la Real Academia Española:

españolado, da.

2. f. Acción, espectáculo u obra literaria que exagera el carácter español.

La definición de la Academia merecía quizá una revisión, o añadir alguna acepción más. Una españolada podría ser, más bien, aquella obra artística o literaria en la que el carácter español y sus costumbres son descritos con los ojos de persona extranjera generalmente ilustrada que no comprende lo que ve, pero que se cree que lo comprende, y además lo expresa en serio, creyéndolo fiel reflejo de la realidad. Porque no es que exagere, sino que piensa que lo pintoresco, turbulento y «romántico» que describe no solo es fidedigno y cotidiano, sino que capta la esencia. Escritores españoles del siglo XIX se reían ya de ello, de cómo quienes llevaban quince días en España se permitían describir el país, sus costumbres y sus cuidadanos, campanudamente; y no me refiero al caso de mi apreciadísimo George Borrow. Yo, en el XXI, también me río. Cuando no me río es cuando pienso que ello ha dado lugar no solo a interpretaciones desde fuera que han condicionado, y quizá aún condicionan, actitudes incluso políticas y prejuicios de largo recorrido, sino a lo mismo desde dentro, como si correspondieran a la realidad, y a sesudos análisis sobre si corresponden o no.

Lástima que cuando los aristócratas británicos (varones, claro) realizaban el llamado «Grand Tour», España rara vez estuviera incluida en el itinerario habitual, prueba de que lo poco que importaba España en esa época desde el punto de vista de patrimonio cultural -desde el punto de vista político, como no fuera para invadir, más bien entre cero y nada-; la notoria dificultad de los caminos y la inestabilidad política permanente no podían ser la causa pues también las había en otros sitios. Muy distinto para la percepción de un país desde fuera de él es que viajen a ese país unos pocos viajeros intrépidos y excéntricos a que vayan a él sistemáticamente los hijos de familias nobles del país entonces hegemónico. Aunque quién sabe; de haber sido otro el caso, quizá los estereotipos sobre España serían los mismos o peores.

De Washington Irving, autor de los deliciosos -sí, deliciosos, por qué no- «Cuentos de la Alhambra», españolada clásica, no se va a hablar, más que nada porque ya he hablado de este autor en otro post. Vayamos con otros autores. Unos, con españolada «realista»; otros, puramente metafórica.

  • Stendhal. El admirado y admirable Stendhal de La Cartuja de Parma, ya tratada en este blog con toda la reverencia que merece, acierta poco en dos cuentos «españoles», por llamarlos de alguna manera, porque cuentos son, en la mala acepción, y españoles, regular: «El arca y el aparecido» y «El filtro» puede que sean cuentos románticos, en el sentido literario del término; a mí, aparte de eso, me parecen cuentos ridículos, involuntariamente. Sean suyos o adaptación de temas anteriores, me provocan impaciencia y vergüenza ajena, por el cúmulo de errores de todos los tipos, y de otra cosa que rima con «tipos»: estereotipos. Y lo digo con o sin permiso de los stendhalianos de estricta observancia, porque soy stendhaliana por gusto, no por obligación y con orejeras y esto es un blog personalísimo, no uno de crítica literaria.
  • Merimée y «Carmen», y «Carmen» y Bizet. Perpleja me quedo cada vez que leo que Carmen es el arquetipo de la mujer española o, puestos a escoger, y esto ya me deja estupefacta, de la mujer libre, como he leído que declaraba, al parecer con toda seriedad, alguna cantante de ópera que interpretaba el papel. El mito de Carmen.Carmen portada

¿Trágico? ¿Correspondencia con la realidad? Ríos de tinta corren sobre ello, y muchos son ríos de tinta seria. ¿De verdad han leído el libro de Merimée todos los que hablan de esto? Pero tendré que pensar que estoy equivocada cuando tanta coincidencia hay en lo contrario. Será, sí, problema mío. Intentaré enmendarme. Disculpe.diablo mujer 2diablo mujer 1

  • En «El diablo es mujer», la cosa es un poco distinta y mejor. «The devil is a woman», «La femme et le pantin»,  película de 1935 dirigida por Josef von Sternberg -prescindo del libro del que al parecer es adaptación, que no he leído- y protagonizada por Marlene Dietrich.  Es una españolada manifiesta, flagrante, apoteósica, ambientada, se deduce, a finales del siglo XIX. No tiene precio ver a la inequívocamente germánica Dietrich de cigarrera -sí, como Carmen, y no acaban ahí las semejanzas, que también coinciden, por ejemplo, en que la protagonista es una mujer mala y una mala mujer, y en que aparecen un militar y, naturalmente, un torero- y con flores en el pelo y cantando y bailando «a la solana carnavalespañola» y repartiendo mohínes seductores. Pero al menos esta película no oculta y disfraza su misoginia de manual -el paradigma de la pérfida mujer fatal que con su perverso poder sexual arrastra a la perdición a los pobres varones indefensos, uno tras otro-, como en las otras obras de Bizet y Merimée, y sin duda presenta una gran belleza formal especialmente en fotografía. Vea este enlace con fragmentos y comentarios; al parecer se prohibió por autoridades españolas por ofrecer una visión distorsionada de España -y vaya vaya vaya si la ofrece-, e incluso se pidió la destrucción de negativos a la productora. Algunas escenas de carnaval, próximas al expresionismo, o cayendo de lleno en él, presentan una curiosa semejanza con las pinturas del pintor español José Gutiérrez Solana, que quizá sería interesante saber si fue conocido por Sternberg. En la película de Sternberg se va directamente, sin complejos, al esterotipo de caracteres y costumbres, cliché tras cliché, sin molestarse en más. Mucho mejor que pensar que se describe la realidad y tomarse esto en serio.
  • Y mi favorito: Manuscrito encontrado de Zaragoza, larga novela escrita en francés por el escritor polaco Jan Potocki, fallecido en 1815. No me atrevo a describirla, y casi diría que es indescriptible. Piense en las Mil y una noches, estructura multiforme de cuentos dentro de cuentos, de todos los tipos, enfoques y temas, en un marco general de argumento de aventura, ambientada básicamente en el siglo XVIII, época de Felipe V, y lo que imagine estará muy alejado de la realidad, y a la vez muy próximo. Sí, son 500 páginas, y da gusto leerlas. Gran literatura fantástica o surrealista o novela gótica o novela prerromántica de un ilustrado o delirios, o lo que sea, bajo disfraz de novela de aventuras, con el artificio clásico del manuscrito encontrado, facil de leer, y variada, muy variada; un no parar. Vamos, que incluye no solo desafíos, bandoleros, moriscos, el mito del judío errante y tesoros escondidos, sino hasta sugerencias incestuosas y magia y aparecidos. Como si fuera un best seller -aunque estamos hablando de una de las grandes novelas de la literatura europea, pese a ser muy desconocida- y de españolada, porque parte de la novela transcurre en España, incluyendo nada menos que en Sierra Morena. Olvídese de Carmen de Merimée y de españoladas de Stendhal, y mejor lea este libro, como no hay dos. ¿Que es españolada? Da lo mismo porque es eso pero también mucho más; de todo. No se aburrirá, seguro. Hay varias versiones, pues su publicacion fue de tanta aventura como el argumento, y yo solo puedo opinar por la que he leído:potocki

Y a diferencia de la mayoría de las obras citadas -salvo destellos en El diablo era mujer-, hay dos cosas que Manuscrito encontrado en Zaragoza sí tiene, pese  ser serio en estructura y planteamiento: ironía y sentido del humor.

«¡Ay!, dijo, ¡por qué no habré hecho caso a Fray Jerónimo de la Trinidad, monje predicador, confesor y oráculo de nuestra familia! Es cuñado del yerno de la cuñada del suegro de mi suegra, y como es el pariente más cercano que tenemos, en casa no se hace nada sin su consejo. No he querido seguirlo y por eso me veo justamente castigado. Y mira que me había dicho que los oficiales de las Guardias valonas eran gente herética, cosa que se reconoce fácilmente por sus cabellos rubios, sus ojos azules y sus mejillas rubicundas«.

Verónica del Carpio Fiestas

Gaudeamus igitur

gaudeamos igiturQuien esto lea puede encontrar fácilmente en la web copiosa información sobre el Gaudeamus igitur. Que se trata de un himno universitario prácticamente universal, y perdón por la redundancia. Que su origen próximo en letra y música parece encontrarse en el siglo ¿XVIII? de Alemania, en cuyas universidades empezaron a cantarlo los estudiantes (varones, claro, porque otra posibilidad no había), con origen remoto de la letra en el ¿siglo XIII? Que su texto, en latín más o menos macarrónico, no es un canto al saber, sino dos cosas entremezcladas: una especie de carpe diem, un poema bellísimo pero jocoso a una vida que pasa enseguida y que hay que disfrutar con alegría mientras se es joven, incluyendo en el disfrute, parece entenderse, a las mujeres hermosas y fáciles y también a las otras, las buenas y trabajadoras -los estudiantes que cantaban esto, claro, varones jóvenes, ya se ha dicho, en esto y en otros cuantos puntos no podrian considerarse hoy políticamente correctos-  y además un canto a ese mundo común que es la Universidad, en la que conviven y se van sucediendo las generaciones.

En un acto académico solemne resulta difícil escucharlo sin sentir un escalofrío al percibir eso: el peso de las generaciones que se suceden en el saber. Incluso siendo consciente de que lo que se canta con tono solemne y con rostros y en entornos muy serios resulta ser una canción con texto escasamente serio o solemne, que empezaron a cantar estudiantes vaya usted a saber si gamberros en contextos más bien poco académicos.

Sí, se oye con un escalofrío; el mismo escalofrío que se siente al intentar buscar una versión buena en internet y encontrar en Youtube innumerables versiones.

De acompañamientos, cuando hay, casi de todo: piano, orquesta, órgano. En cuanto al ritmo y al volumen, también. Pero sobre todo, y a eso voy, lo que se escucha es la misma canción cantada por personas -ahora sí muchas veces hombres y mujeres, juntos- del mundo universitario en todo el mundo, personas que tienen como lenguas maternas las más variadas, lo que propicia los más variados acentos cuando se canta en una misma lengua muerta. La «g» de «igitur» fuerte o débil, los más variopintos sonidos para las eses y las erres, las vocales más o menos abiertas al azar. Una verdadera delicia.

Sí, una delicia, sin ironía. La variedad de acentos al cantar en un idioma muerto, en voces juveniles y adultas, de hombres y mujeres, unidas en la diversidad, no puede por menos que sugerir la unidad en la diversidad. La unidad en la busqueda de una vida feliz sin hacer daño a nadie y de un saber pleno. Maravilloso y conmovedor.

En sí mismo y también en contraste con otros símbolos.

En la Ciudad Universitaria de Madrid  está situado un grupo escultórico de la escultora norteamericana Ana Huttington llamado «Los portadores de la antorcha«, de 1954. Información, en este enlace.

Antorcha 3 1947

Foto obtenida en Web Campus Husso Digital http://open.ieec.uned.es/HussoDigital/?page_id=187

Representa a un hombre joven que, a caballo, recoge una antorcha de la mano de un hombre de más edad, exhausto o medio muerto, tirado en el suelo. Con reminiscencias, parece, del fuego sagrado del mito de Prometeo y esas cosas, suele considerarse como un emblema de la transmisión del saber, y así lo venía considerando yo misma, sin darle muchas vueltas, como algo consabido.

Pero, como me dijo sensatamente un amigo, con un punto de vista distinto, mejor sería que el joven se bajara del caballo y ayudara al otro pobrecillo dándole siquiera un vaso de agua y un bocadillo, en vez de dejarlo tirado.

Y sí, me parece que lleva razón. Una imagen de la transmisión del conocimiento que olvida a las personas, como si el saber fuera algo superior a las propias personas y por el que se debe prescindir de éstas cuando ya han cumplido su labor, o, peor, su funcion como meros instrumentos, no es algo que -para gustos se han hecho los colores- personalmente pueda compartir. ¿El beneficio colectivo a costa del individual? Noooo. Porque la descripción del grupo escultórico podría ser otra: un hombre necesitado de ayuda es abandonado por otro más joven y fuerte, que tiene otra cosa más importante que hacer que ayudar a un hombre necesitado de ayuda. ¿Por qué esa descripción habitual del grupo escultórico que empieza describiendo al joven, en vez de al caído, o que olvida que este queda solo? Wikipedia: «La estatua muestra a un joven a lomos de un caballo recogiendo una antorcha de manos de un débil anciano que yace en el suelo. Representa la transmisión del conocimiento entre generaciones«. No.

Mucho mejor ese otro símbolo universitario, el del Gaudeamus igitur: todos juntos, adelante, generaciones unidas y alegría de vivir, aunque vayamos a morir. Gaudeamus igitur. Alegrémonos pues.

Y alégrese quien esto lea buscando en Youtube versiones. Lo que me he reído con alguna versiones.

Y para que se vaya riendo, el texto del Gaudeamus igitur, con la traducción -discutible- en versión -discutible- de Wikipedia. Porque esto o algo parecido, sexo y diablo incluidos, se canta, aunque más o menos expurgado o abreviado o variado, en los actos más solemnes en las universidades. No solo resulta conmovedor; es que tiene su gracia.

Latín Español
Gaudeamus igitur,
iuvenes dum sumus. (bis)
Post iucundam iuventutem,
post molestam senectutem,
nos habebit humus.
Alegrémonos pues,
mientras seamos jóvenes.
Tras la divertida juventud,
tras la incómoda vejez,
nos recibirá la tierra.
Ubi sunt qui ante nos
in mundo fuere?
Vadite ad superos,
Transite ad inferos,
ubi iam fuere.
¿Dónde están los que antes que nosotros
pasaron por el mundo?
Subid al mundo de los cielos,
descended a los infiernos,
donde ahora se encuentran.
Vita nostra brevis est,
breve finietur.
Venit mors velociter,
rapit nos atrociter,
nemini parcetur.
Nuestra vida es corta,
en breve se acaba.
Viene la muerte velozmente,
nos arrastra cruelmente,
no respeta a nadie.
Vivat Academia,
vivant professores.
Vivat membrum quodlibet,
vivant membra quaelibet,
semper sint in flore.
Viva la Universidad,
vivan los profesores.
Vivan todos y cada uno
de sus miembros,
resplandezcan siempre.
Vivant omnes virgines,
faciles, formosae
vivant et mulieres
tenerae, amabiles
bonae, laboriosae.
Vivan todas las vírgenes,
fáciles, hermosas!
vivan también las mujeres
tiernas, amables,
buenas y trabajadoras.
Vivat nostra societas!
Vivant studiosi!
Crescat una veritas,
floreat fraternitas,
patriae prosperitas.
¡Viva nuestra sociedad!
¡Vivan los que estudian!
Que crezca la única verdad,
que florezca la fraternidad
y la prosperidad de la patria.
Vivat et res publica,
et qui illam regit.
Vivat nostra civitas,
Maecenatum charitas,
quae nos hic protegit.
Viva también el estado,
y quien lo dirige.
Viva nuestra ciudad,
y la generosidad de los mecenas
que aquí nos acoge.
Pereat tristitia,
pereant osores.
Pereat diabolus,
quivis antiburschius,
atque irrisores.
Muera la tristeza,
mueran los que odian.
Muera el diablo,
Cualquier persona en contra de los estudiantes,
y quienes se burlan.
Quis confluxus hodie
Academicorum?
E longinquo convenerunt,
Protinusque successerunt
In commune forum.
¿Por qué hoy tal multitud
de académicos?
A pesar de la distancia están de acuerdo,
Superando el pronóstico del tiempo
En un foro común.
Alma Mater floreat
quae nos educavit,
caros et conmilitones
dissitas in regiones
sparsos congregavit.
Florezca la Universidad
que nos ha educado,
y ha reunido a los queridos compañeros
que por regiones alejadas
estaban dispersos.

Y por incluir una versión cantada en España, el Gaudeamus igitur por el coro de la Universidad Politécnica de Madrid, en enlace que incluye un texto más breve con traducción diferente. Y cantada con un acento que sorprendería a estudiantes alemanes, pero da igual que les pueda sorprender. Mejor dicho, no da igual; es mejor.

Verónica del Carpio Fiestas

Romance del prisionero

Que por mayo era por mayo,

cuando hace la calor,

cuando los trigos encañan

y están los campos en flor,

cuando canta la calandria

y responde el ruiseñor,

cuando los enamorados

van a servir al amor,

sino yo, triste, cuitado,

que yago en esta prisión,

que ni sé cuando es de día

ni cuando las noches son,

sino por una avecilla

que me cantaba al albor.

Matómela un ballestero,

¡déle Dios mal galardón!

cancionero portada

cancionero1cancionero2

Cancionero general / recopilado por Hernando del Castillo (Valencia, 1511); sale nuevamente a la luz en facsímile por acuerdo de la Real Academia Española; con una introducción bibliográfica, índices y apéndices por Antonio Rodríguez Moñino

De este hermosísimo romance, que suele datarse hacia el siglo XV, hay varias versiones. La que he transcrito no es exactamente la recopilada en ese «Cancionero General», disponible en internet, que es esta otra:

Que por mayo era por mayo

cuando los grandes calores

cuando los enamorados

van a servir a sus amores

sino yo, triste, mezquino,

que yago en estas prisiones

que ni sé cuando es de día

ni menos cuando es de noche

sino por una avecilla

que me cantaba al albor.

Matómela un ballestero,

déle Dios mal galardón.

Qué más da la versión que sea. Y para qué tapar la perenne belleza de unos versos de ¿unos seiscientos años? con erudición de trapillo, con comentarios de texto o con ocurrencias. Sí, hablando de ocurrencias, había pensando poner esto en relación con el Estado de Derecho -tenemos un prisionero de verdad, en un calabozo muy parecido en su soledad a celdas de aislamiento y en evidente situación de indefensión-, pero para qué. Disfrutemos de lo que la Literatura nos ofrece, una Literatura que no deja de ser bellísima por figurar en cualquier antología.

Y a quien no le gusta leer, quizá le guste la música. Cómo sería la música con la que que este romance anónimo se cantaba hace siglos -si es que se cantaba con música-, no lo sé. A falta de eso, hay una versión de este romance anónimo, dulcísima, por Amancio Prada.

Y si con romances estamos, no puedo dejar de poner otra música, otro romance, no ya del Romancero Viejo, sino de Juan del Enzina, «Más vale trocar», enlace, aquí. ¿Sería parecida la música a la del triste romance anónimo?

Cancionero_Juan_del_Encina

Verónica del Carpio Fiestas